Agroecología: ¿Qué es y por qué es parte de la solución ambiental?

La agroecología aplica los principios ecológicos a la agricultura, entendiendo la finca como un ecosistema con especies vegetales y animales que interactúan entre sí. De este modo, la producción de alimentos se realiza a favor de la naturaleza, pudiendo aumentar la fertilidad de los suelos, aprovechar el agua y reducir la superficie terrestre necesaria para el cultivo, a la vez que se aumenta la biodiversidad y se combate el cambio climático.

La elevación de la temperatura global aumenta la evaporación del agua de la superficie, aumentando la sequía y la desertización, que a su vez reduce la cuota de lluvias al reducir la masa vegetal, en un círculo vicioso. Un 40% de las lluvias procede de la evapotranspiración de la masa forestal (1). Por lo que, cuantos menos bosques y masa vegetal haya, menos lluvias tenemos, y viceversa. Los incendios y la pérdida de bosques es un problema con un retraso en su solución: los árboles tardan décadas en alcanzar el tamaño de aquellos que se perdieron. Es por eso que la agroecología se presenta como una solución: usar la superficie que ya tenemos dedicada al cultivo para retener masa vegetal y vida en el suelo.

El suelo, un gran desconocido

El suelo no es sólo polvo mineral, sino que solamente en 1 cucharada sopera de suelo sano hay más microorganismos que humanos en el planeta. De hecho, el suelo alberga ¼ parte de la biodiversidad de la Tierra. A mayor diversidad en el suelo, mayor fertilidad, ya que una cadena trófica sana de los microorganismos y macro organismos del suelo nutren a la planta y mejoran sus defensas contra insectos y contra condiciones meteorológicas adversas.

Por otro lado, el suelo es un sumidero de CO2 (almacén de carbono) (2). No sólo la masa forestal se compone de carbono, alejándolo de la atmósfera, sino también el suelo. Como sabemos, la vida está basada en el carbono, por lo que cuantos más centímetros de suelo vivo -con microorganismos- tengamos, mayor cantidad de CO2 retenido en el suelo. Es una gran oportunidad de reducir el CO2 en la atmósfera y frenar el cambio climático. De ahí la importancia de reconvertir los cultivos con prácticas agroecológicas.

Pesticidas y herbicidas, ¿necesarios?

El uso de agrotóxicos como pesticidas y herbicidas matan parte de los microorganismos del suelo, perjudicando el sistema. Los campos de cultivo que consisten en una sola especie vegetal -monocultivo- son dependientes de fertilizantes, pesticidas y herbicidas. En el caso de la agricultura convencional son químicos de síntesis, y en el caso de la agricultura ecológica, son compuestos de origen natural. En este último caso se preserva más la biodiversidad del suelo y de la fauna auxiliar, pero se dejan de aprovechar las sinergias de flora y fauna al producir en monocultivos. La agricultura ecológica no ofrece una solución real, lo único que garantiza es la ausencia de productos de síntesis, pero se asienta en los mismos principios que la agricultura convencional.

Veamos esto con mayor detenimiento: Una plaga es un desequilibrio en el ecosistema, habiéndose aumentado el número de individuos de una especie. En un monocultivo convencional o ecológico no hay diversidad, por lo que no hay resiliencia ni regulación en ese ecosistema. Es por eso que hay dependencia de insumos externos y de parches. Matar una plaga sin buscar de dónde viene y por qué se da ese desequilibrio no soluciona el problema de raíz. Es más, lo empeora, al intoxicar a los depredadores de los insectos plaga y creando resistencias. El cultivo agroecológico, por el contrario, persigue la autorregulación del campo de cultivo. La máxima expresión de ello es un bosque comestible, que cuando alcanza su clímax tras unos 20 años, se regula por sí mismo sin apenas necesidad de mantenimiento, mientras sigue produciendo ingentes cantidades de comida.

Es un hecho que un cultivo agroecológico es más productivo que uno convencional. La correcta combinación de plantas favorece el crecimiento vegetal y la defensa contra plagas. Un factor clave y sencillo de comprender en este sentido es que trabajar en monocultivo y alejar las plantas unas de otras dejando espacio vacío es un error. Eso no permite a las plantas beneficiarse entre ellas y, además, el simple hecho de juntar las plantas “apretando” el cultivo hace que ahorremos superficie y maximicemos la producción por m2. Como ventaja añadida, evitamos las llamadas malas hierbas, al no dejar espacio sin usar. No hay necesidad de usar herbicidas ni las malas hierbas son objeto de preocupación ni de acción en una finca agroecológica.

Agrotóxicos y salud humana

En cuanto a la salud humana, sabemos que los alimentos contienen restos de agrotóxicos y que éstos son factor de riesgo para diversas patologías como diabetes (3, 4), cánceres hormonodependientes o déficit de atención en niños (5). También sabemos que cambiar a una alimentación basada en alimentos ecológicos reduce la exposición a pesticidas y su excreción urinaria (6,7). Buena parte de los sanitarios piensan que los niveles de agrotóxicos en los alimentos son seguros y que están bien estudiados y regulados. Desafortunadamente no es así (8). Se estudian dosis altas de cada compuesto químico para conocer su seguridad. Posteriormente se asume que una dosis baja será segura, pero no se hacen pruebas con dosis bajas. Y es esa la exposición de la población general. Se asume que probar dosis altas releva cualquier efecto adverso, pero esta premisa es errónea. La disrupción endocrina –alteración de la señalización hormonal- ocurre a dosis bajas, aumentando el riesgo de enfermedades (9). Tampoco se estudian los efectos combinados o “efecto cóctel” de varios compuestos químicos a la vez, que es la realidad de nuestra exposición.

Es por estas razones que debemos tomar en cuenta los restos de pesticidas de los alimentos y dar recomendaciones en consecuencia, especialmente para población sensible como niños y embarazadas. Actualmente los dietistas-nutricionistas carecen de formación al respecto.  

En conclusión

Como sociedad, debemos ser conocedores de las soluciones que brinda la agroecología a los retos medioambientales actuales -sequía y escasez de lluvias, emisiones de CO2, contaminación atmosférica por alimentos kilométricos, disrupción endocrina, emergencia climática-, y formar parte de la necesaria transformación del sistema agroalimentario, cada uno en su papel.

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Referencias bibliográficas:

1. Trees, forests and water: Cool insights for a hot world. David Ellison, Cindy E. Morris, et al. 2017. Global environmental change 43 (2017) 51–61)

2. FAO, ONU. “Captura de carbono en los suelos para un mejor manejo de la tierra. Informes sobre recursos mundiales de suelos”. Roma, 2002.

3. Exposure to pesticides and diabetes: A systematic review and meta-analysis. Evangelou E., Ntritsos G., Chondrogiorgi M., Kavvoura F.K., Hernandez A.F., Ntzani E.E., Tzoulaki I. (2016) Environment International, 91, pp. 60-68.

4. Riikka Airaksinen, Panu Rantakokko, Johan G. Eriksson, Paul Blomstedt, Eero Kajantie, Hannu Kiviranta; Association Between Type 2 Diabetes and Exposure to Persistent Organic Pollutants. Diabetes Care 1 September 2011; 34 (9): 1972–1979.

5. Kuehn BM. Increased risk of ADHD associated with early exposure to pesticides, PCBs. JAMA. 2010 Jul 7;304(1):27-8. doi: 10.1001/jama.2010.860. PMID: 20606139.

6. Curl CL, Fenske RA, Elgethun K. Organophosphorus pesticide exposure of urban and suburban preschool children with organic and conventional diets. Environ Health Perspect. 2003 Mar;111(3):377-82. doi: 10.1289/ehp.5754. PMID: 12611667; PMCID: PMC1241395.

7. Rempelos L, Wang J, Barański M, Watson A, Volakakis N, Hoppe HW, Kühn-Velten WN, Hadall C, Hasanaliyeva G, Chatzidimitriou E, Magistrali A, Davis H, Vigar V, Średnicka-Tober D, Rushton S, Iversen PO, Seal CJ, Leifert C. Diet and food type affect urinary pesticide residue excretion profiles in healthy individuals: results of a randomized controlled dietary intervention trial. Am J Clin Nutr. 2022 Feb 9;115(2):364-377. doi: 10.1093/ajcn/nqab308. PMID: 34718382.

8. Nicolás Olea. Libérate de tóxicos. Guía para evitar los disruptores endocrinos. Barcelona: RBA Libros; 2019. 416 p. ISBN: 978-84-9187-402-7. Depósito legal: B. 16.795-2019

9. State of the science of endocrine disrupting chemicals 2012 / edited by Ake Bergman, Jerrold J. Heindel, Susan Jobling, Karen A. Kidd and R. Thomas Zoeller. ISBN: 978-92-807-3274-0 (UNEP) and 978 92 4 150503 1 (WHO) (NLM classification: WK 102)

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